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foto/imagen de dos personas pensando antes de hablar.

Pensar antes de hablar: la delgada línea entre la sinceridad y el ataque

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He conocido personas que se regodean en su honestidad y lo directas que son para decir las cosas, lo cual consideran que es una cualidad digna de admiración. A decir verdad, esto es muy cierto, sin embargo, no todas las cosas que pensamos tienen que ser exteriorizadas. El saber cuándo hay que callar también es una virtud que podría considerarse incluso más importante que soltar todo lo que pasa por nuestra mente sin medir las consecuencias.

Hay un sabio refrán que dice “somos esclavos de lo que decimos y dueños de lo que callamos”, porque una vez que las palabras salen de nuestra boca, debemos estar dispuestos a aceptar los resultados que estas nos traigan, los cuales no siempre son los más favorables. Por otro lado, este post no es para animarte a que no expreses tus opiniones, todo lo contrario, exprésate con responsabilidad. Si tienes problemas para decir las cosas que piensas, quizá sufras de timidez, practica estos 6 ejercicios de Gananci para superarla.

El lenguaje tiene la capacidad de destruir, así como de edificar, por esta razón debemos usarlo con consciencia. Como en todos los aspectos de nuestra vida, en nuestro discurso debe existir equilibrio, siempre con el objetivo de no herir a quienes nos escuchan y menos, a quienes no están presentes en la conversación para defenderse.

Las opiniones son un arma de doble filo, ya que somos seres emocionales y no todos tienen la madurez suficiente como para no dejarse afectar por las palabras de terceros. Por eso, antes de hablar y con el fin de mantener fuertes tus relaciones, toma en cuenta lo siguiente para evitar arrepentimientos:

1.- Una vez que has dicho algo, no lo puedes recoger. Tomar en cuenta esto antes de hablar es una buena manera de hacer que filtres un poco mejor las cosas antes de lanzarlas por impulso. Así estés enojado, lo recomendable es tomarse unos segundos para respirar profundo y evaluar si realmente eso que tienes en mente es lo que quieres decir.

Piénsalo de esta manera, quizá decirlo te hará sentir mejor en ese momento porque te desahogaste, pero ¿Es lo mejor para ti en el mediano o largo plazo?

2.- Piensa a quienes afectas con tus palabras. En esta categoría pueden entrar muchas personas ¿Estás dispuesto a afectar a otros solo para sentir la satisfacción de expresarte? A veces es inevitable decir cosas negativas, aun así, esas cosas pueden ser dichas con tacto y delicadeza.

Cuando quieras dar un elogio hazlo en público, pero cuando se trata de una corrección o una exhortación (que también son necesarias y valiosas), es preferible que lo realices en privado. Eso de que trates a las personas como a ti te gustaría ser tratado ya ha perdido vigencia, mejor trata a cada quien como a esa persona le gustaría que le traten, ya que todos somos distintos.

3.- Se prudente. A veces decimos cosas sin mala intención o sin percatarnos que podemos ofender a personas a nuestro alrededor, así que lo mejor es estar consciente de los sitios donde nos encontramos y de las personas que nos rodean antes de emitir opiniones. Por supuesto, eres responsable de lo que dices, no de lo que otros interpreten. Por eso tus palabras deben ser claras en vez de dejar espacio para ambigüedades o malas interpretaciones.

4.- Ten compasión. Puedes estar diciendo una gran verdad, pero si eso le hace daño al otro le estás atacando de frente, por eso las palabras que elijas deben estar llenas de compasión por tu interlocutor. Quizá pienses que no tienes que ser compasivo con otros que te han hecho daño a ti o con desconocidos, pero sí debes serlo porque todo lo que damos lo recibiremos de vuelta, tarde o temprano, de alguna u otra manera.

Además, no pierdes nada demostrando humanidad, ni te muestras débil, es lo contrario. Ganas en integridad y demuestras que eres una persona firme, que a pesar de lo que puedan hacerte tú te mantienes fiel a lo que piensas. Comportándote de esta manera atraerás lo mismo hacia tu vida.

Cuando no mides tus palabras no solo le haces daño a personas a tu alrededor, sino a ti mismo al debilitar relaciones interpersonales. Cuando no eres capaz de tener un filtro eficaz entre tus pensamientos y tu discurso poco a poco empiezas a convertirte en una persona tóxica.

Tomar tu tiempo para evaluar las cosas que dirás antes de que salgan a la luz no significa que dudes de ti mismo, sino que tienes dominio propio, te mantendrá alejado de problemas innecesarios y contribuirá a que tengas un estado de consciencia pleno.

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