“Glorioso Arcángel San Rafael, medicina de Dios, que guiaste a Tobías en su viaje para cobrar la deuda de Gabelo, le preparaste un feliz matrimonio y devolviste la vista a su anciano padre Tobit, guíanos en el camino de la salvación, ayúdanos en las necesidades, haz felices nuestros hogares y danos la visión de Dios en el cielo. Señor, que diste a tu hijo Tobías como compañero de viaje al Arcángel Rafael, concédenos la gracia de estar siempre protegidos por su custodia y asistidos por sus auxilios. Por Jesucristo Nuestro Señor, que vive y reina por siempre. Amén.”
Arcangel Rafael Oracion
Dios te bendiga, Santo Arcángel Rafael, pues tu eres uno de los siete maravillosos Arcángeles del Señor, que trabajáis día a día por la obra divina. Guíanos en el camino de la sanación, pues por tu intermedio es solo Dios, el que sana. Tu que caminaste con Tobías, curaste a Tobit, venciste a Asmodeo encadenándolo en Egipto y liberaste a Sara, camina a mi lado, guíame, enséñame y revélame lo que debo hacer. Te pido especialmente, que por la sabiduría que Dios te ha concedido, y apelando con todo mi corazón a la misericordia divina, que nace del Padre, se expresa en el Hijo y se materializa en el Espíritu Santo; que tengas a bien elevar, sanar, proteger y liberar a (decir el nombre del enfermo) que tanto lo necesita. Bendice especialmente sus medicamentos, y a los médicos que lo asisten, para que guiados por la fuerza vivificadora del Espíritu Santo la salud habite en armonía en ese cuerpo, ese espíritu y esa alma de nuestro Señor. Amén.
Oracion a San Rafael
Arcángel San Rafael, que dijiste: «Bendecid a Dios todos los días y proclamad sus beneficios. Practicad el bien y no tropezaréis en el mal. Buena es la oración con ayuno, y hacer limosna mejor que atesorar oro», te suplico me acompañes en todos mis caminos y me alcances gracias para seguir tus consejos.
Oracion a San Raphael Arcangel
Arcángel san Rafael:
Tú eres el caminante que hace experimentar la siempre presente cercanía de Dios, y aportas la sanación y el consuelo al piadoso creyente. Dios te ha puesto a nuestro lado como medicina para sanar nuestros corazones desgarrados, para curar nuestras enfermedades, y aliviar nuestros dolores y sufrimientos que brotan precisamente de las distancias, de las traiciones, y del daño que nos hacemos unos a otros.
Tú eres aquel que Dios ha puesto en nuestro camino para acercarnos y revelarnos las personas con las cuales uno puede darle gracias por la vida, por el camino de la vida y por la misericordia del Señor, hecha rostro y humanidad en esas personas. La trama y el tejido del que está hecha la historia y la convivencia humana, es un tejido de encuentros y de desencuentros. De los encuentros brota la amistad, el reconocimiento y el respeto mutuo, en definitiva, el afecto de unos por otros; igualmente brota un deseo de que ese bien que se experimenta en el encuentro y en la amistad, cuando son verdaderos, se multiplique, crezca y se extienda.
En los desencuentros se siembran las semillas de todo aquello que divide a los hombres: la envidia, la lucha de unos contra otros, el egoísmo y la ambición; el odio, y muchas veces en la historia, por desgracia, la muerte.
Condúcenos arcángel san Rafael, tu que sirves en la gloria del Señor, hacia las personas que Él quiere que encontremos en nuestra vida. Que amemos la verdad de la persona humana y el deseo de su bien. Que amemos la verdad de lo que somos y la verdad de lo que la otros son.
Que la mentira, en nombre de lo que sea, no anide en nuestros corazones; ella es siempre la corrupción más terrible, la más sutil, la que siembra en primer lugar la distancia, la extrañeza y la diferencia y el no reconocimiento de unos por otros en todas sus formas.
Cada persona es siempre una imagen viva de Dios, y una persona humana, ocupe el puesto que ocupe, y tenga las cualidades que tenga, es siempre alguien digno de un respeto absoluto y de un afecto que es lo único que puede curar en las personas las deficiencias que hay en la vida de todos nosotros.
Nuestra historia humana, está hoy llena de desencuentros que han costado la vida a millones de personas.
Concédenos dar gracias a Dios por todos los encuentros que a lo largo de nuestra vida han existido, por las personas que nos has puesto cerca, que son siempre un regalo de Dios, y que en las cuales podemos confiar; con las cuales sencillamente podemos dar gracias por el bien que esa amistad produce y que ese afecto genera en nuestra vida.
Te pedimos arcángel san Rafael que hagas de nuestra sociedad una sociedad de encuentros en la que todos los hombres nos tratemos realmente como hermanos por el hecho de ser hombres. Que el Señor por tu intercesión, nos ayude a deshacer esos desencuentros que se han sembrado en nuestra historia que uno percibe en nuestra sociedad y que generan divisiones, envidias y odios. En los caminos de los hombres hoy hay extravío, soledad y heridas. Y no faltan tampoco entre los mismos creyentes.
Hay quien como Zaqueo se pone al borde del camino al paso de los cristianos,llevado quizás más por la curiosidad que por el deseo de cambiar;hay quien como la Samaritana no siente que sea un problema la suma de los maridos; hay quien como el etíope eunuco no consigue en sus lecturas encontrar el hilo que les de sentido y le aporte significado a su propia vida; y hay tantos ‘quienes’ necesitados de que alguien, como en el viaje de Tobías, o como en el camino de Emaús, acompase sus pasos a los suyos y acompañe y explique y haga encontrar la puerta abierta, y el sentido del camino y la fuente de la esperanza.
Que seamos arcángel san Rafael con nuestros prójimos el buen samaritano, al recoger y curar a la persona herida que yace a la vereda del camino, y nos convirtamos sin palabras en unos testigos del amor de Dios. Este hombre prójimo nuestro herido, necesitado de curación, somos todos nosotros. Anunciar el Evangelio significa ya de por sí curar, porque el hombre necesita sobre todo la verdad y el amor.
Que llevemos a nuestros prójimos, el consuelo del acompañamiento cercano y sanador como tú, arcángel san Rafael.
Amén.