Ya que estamos en la semana santa, estuvimos hablando en el programa de hoy sobre las diferentes estaciones del viacrucis y una perspectiva del pensamiento de jesus durante cada una de estas estaciones. Si te perdiste el programa de hoy, escucha aqui: http://tobtr.com/s/7494293
PRIMERA ESTACIÓN:
Jesús es condenado a muerte
Sentimientos y pensamientos de Jesús
Acabo de celebrar la Pascua con mis discípulos. Era algo que había deseado ardientemente: la última Pascua, antes de la pasión, antes de volver a ti. Pero, de pronto, se ha visto alterada. El diablo había metido en la cabeza de un discípulo mío que me traicionara. En el huerto de Getsemaní ha venido hacia mí. Con un gesto que es expresión de amor, me ha saludado diciéndome: «Salve, Maestro». Y me ha besado. ¡Qué amargura en aquel momento!
Durante la cena, te he suplicado, Padre, que guardes a mis discípulos en tu nombre, para que sean uno, como nosotros.
Nuestra resonancia
Señor Jesús, nosotros somos todavía más frágiles en la fe que los primeros discípulos. También nosotros corremos el riesgo de traicionarte, cuando tu amor debería alentarnos a amarte cada vez más.
Nos hace falta oración, vigilancia, sinceridad y verdad. Así, la fe crecerá. Y será fuerte y gozosa.
SEGUNDA ESTACIÓN
Jesús con la cruz a cuestas
«Contado entre los pecadores»
Del Evangelio según San Marcos
«Terminada la burla, le quitaron la púrpura y le pusieron su ropa. Y lo sacaron para crucificarlo».
Sentimientos y pensamientos de Jesús
Me rodean los soldados del gobernador. Para ellos, ya no soy una persona, sino un objeto. Quieren divertirse conmigo, burlarse de mí. Por eso me visten de rey. Han preparado incluso una corona, pero de espinas. Me golpean en la cabeza con una caña. Me escupen. Me sacan afuera.
Resuenan en mí las dramáticas palabras del profeta Isaías sobre el Siervo del Señor. Dicen de él que no tiene aspecto atrayente; que es despreciado, varón de dolores, como un cordero llevado al matadero; que es arrancado de la tierra de los vivos, maltratado hasta la muerte. Ese Siervo soy yo, para desvelar la grandeza del amor de Dios por el hombre.
Nuestra resonancia
Tú, Jesús, has sido «contado entre los pecadores». En la primera generación cristiana, precisamente por hablar públicamente de ti, Pedro y Juan, Pablo y Silas, entraron en prisión. Así ha ocurrido muchas veces a lo largo de los siglos.
También en nuestros días hay hombres y mujeres que son encarcelados, condenados e incluso asesinados simplemente por ser creyentes o por su compromiso en favor de la justicia y la paz. Ellos no se avergüenzan de tu cruz. Son ejemplos admirables para que los imitemos.
TERCERA ESTACIÓN
Jesús cae bajo el peso de la cruz
«Este es el Cordero de Dios»
Del Libro del profeta Isaías
«Él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron».
Sentimientos y pensamientos de Jesús
Me tambaleo al dar los primeros pasos hacia el Calvario. He perdido ya mucha sangre. Me resulta difícil sostener el peso del madero que he de llevar. Y caigo a tierra.
Alguien me levanta. A mi alrededor veo mucha gente. Entre ellos, hay quien me quiere bien. Otros son sólo curiosos. Pienso en Juan Bautista que, al comienzo de mi vida pública, dijo: «Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo». Ahora se revela la verdad de esas palabras.
Nuestra resonancia
Señor Jesús, en este día no podemos parecernos al fariseo que se ensalza a sí mismo, sino al publicano que no se atreve siquiera a levantar la cabeza. Como él, te pedimos con confianza, a ti que eres el Cordero de Dios, perdón por nuestros pecados de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Meditando sobre el peso de tu cruz, no nos avergonzaremos de hacer sobre nuestro cuerpo la señal de la cruz: «Es una ayuda eficaz: gratuita para los pobres y, para quien es débil, no exige ningún esfuerzo. Se trata, ciertamente, de una gracia de Dios».
CUARTA ESTACIÓN
Jesús se encuentra con su Madre
Una espada traspasa su alma
Sentimientos y pensamientos de Jesús
Mi Madre está entre la gente. Mi corazón late con fuerza. No consigo verla bien. La sangre me cubre la cara.
Cuando tenía cuarenta días, me llevaron al Templo para presentar la ofrenda, según la Ley de Moisés. A mis padres les habló un profeta. Se llamaba Simeón. Me tomó en brazos. Dijo que yo sería «una bandera discutida» y que a mi madre «una espada le traspasaría el alma». Palabras que en este momento se han hecho amarga realidad para ambos. Hoy se realiza plenamente la ofrenda de aquel día.
Resonancia de María
«¡Ay de mí! ¿Qué veo? Hijo mío, de estirpe divina. ¡Te arrastran las manos de esos criminales y lo soportas! Te conducen a las cadenas y por tu propia voluntad te diriges hacia ellas, tú que eres quien libra de sus cadenas al linaje de los encadenados… ¡Yo me muero! Dime, dime una sola palabra, tú, Palabra de Dios Padre; no, no pases en silencio ante la esclava convertida en madre».
Señor Jesús, el drama que afrontas junto a tu Madre por una callejuela de Jerusalén nos hace pensar en tantas tragedias familiares de nuestro mundo. Hay para todos: madres, padres, hijos, abuelos y abuelas. Es fácil juzgar a los demás, pero lo más importante es saber ponerse en su lugar y ayudarles en la medida de lo posible. Lo intentaremos.
QUINTA ESTACIÓN
El Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz
Regresando del campo
Del Evangelio según San Lucas
«Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron la cruz, para que la llevase detrás de Jesús».
Sentimientos y pensamientos de Jesús
Oigo gritos a mi alrededor. Toman a la fuerza a un campesino que pasaba por allí, seguramente por casualidad. Sin muchas explicaciones, lo obligan a llevar mi peso. Me siento aliviado. Le mandan que vaya detrás de mí. Iremos juntos hasta el lugar de mi suplicio.
Más de una vez, predicando el Reino de Dios, dije: «Quien no lleve su cruz detrás de mí, no puede ser discípulo mío». Sin embargo, ahora este hombre carga incluso con la mía. Quizás ni siquiera sabe quién soy, pero igualmente me ayuda y me sigue.
Nuestra resonancia en alabanza de Simón
«Dichoso tú, Simón, que durante la vida llevaste la cruz detrás de nuestro Rey. Los que llevan las insignias de los reyes se sienten orgullosos, pero los reyes y sus insignias pasarán. Dichosas tus manos que levantaron y llevaron en procesión la cruz de Jesús que nos dio la vida».
Señor, quizás también para algunos de nosotros el encuentro contigo sucedió de modo fortuito. Pero luego se ha hecho más profundo.
Consideramos un gran don de tu gracia que no falten entre nosotros cirineos, que lleven la cruz de los otros. Lo hacen con perseverancia. Los motiva el amor. Su presencia es fuente de esperanza. Ponen en práctica la invitación de san Pablo: «Llevad los unos las cargas de los otros». Y así cuidan de sus hermanos.
Para el resto de las estaciones visita la fuente original:
Leave a Reply