Esta entrada esta reservada para la reflexion recomendada en el dia de hoy, Lune Santo. Los 10 mandamientos y meditar sobre el amor de Dios, su Bondad, su Gracia y Misericordia. Aprender a mirarnos, a conocernos y a superar nuestras faltas.
Los 10 MANDAMIENTOS DE LA LEY DE DIOS
- El primero, amarás a Dios sobre todas las cosas.
- El segundo, no tómarás el nombre de Dios en vano.
- El tercero, santificarás el dia del Senor
- El cuarto, honrarás a tu padre y a tu madre.
- El quinto, no matarás.
- El sexto, no cometerás actos impuros.
- El séptimo, no Robaras.
- El octavo, no dirás falso testimonio ni mentirás.
- El noveno, no consentirás pensamientos ni deseos impuros.
- El décimo, no codiciarás los bienes ajenos.
Estos diez mandamientos se resumen en dos:
Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo.
Sugerencia:
Meditar sobre la lectura del dia:
Primera Lectura
Lectura del libro del profeta
Isaías (42, 1-7)
Miren a mi siervo, a quien sostengo; a mi elegido, en quien tengo mis complacencias. En él he puesto mi espíritu, para que haga brillar la justicia sobre las naciones. No gritará ni clamará, no hará oír su voz en las plazas, no romperá la caña resquebrajada, ni apagará la mecha que aún humea. Proclamará la justicia con firmeza, no titubeará ni se doblegará, hasta haber establecido el derecho sobre la tierra y hasta que las islas escuchen su enseñanza.
Esto dice el Señor Dios, el que creó el cielo y lo extendió, el que dio firmeza a la tierra, con lo que en ella brota; el que dio el aliento a la gente que habita la tierra y la respiración a cuanto se mueve en ella: “Yo, el Señor, fiel a mi designio de salvación, te llame, te tomé de la mano; te he formado y te he constituido alianza de un pueblo, luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión y de la mazmorra a los que habitan en tinieblas”.
Palabra de Dios.
Te alabamos, Señor.
Salmo Responsorial
Salmo 26
El Señor es mi luz
y mi salvación.
El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién voy a tenerle miedo? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién podrá hacerme temblar?
El Señor es mi luz
y mi salvación.
Cuando me asaltan los malvados para devorarme, ellos, enemigos y adversarios, tropiezan y caen.
El Señor es mi luz
y mi salvación.
Aunque se lance contra mí un ejército, no temerá mi corazón; aun cuando hagan la guerra contra mí, tendré plena confianza en el Señor.
El Señor es mi luz
y mi salvación.
La bondad del Señor espero ver en esta misma vida. Armate de valor y fortaleza y en el Señor confía.
El Señor es mi luz
y mi salvación.
Aclamación antes del Evangelio
Honor y gloria a ti,
Señor Jesús.
Señor Jesús, rey nuestro, sólo tú has tenido compasión de nuestras faltas.
Honor y gloria a ti,
Señor Jesús.
Evangelio
† Lectura del santo Evangelio
según san Juan (12, 1-11)
Gloria a ti, Señor.
Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía y Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. María tomó entonces una libra de perfume de nardo auténtico, muy costoso, le ungió a Jesús los pies con él y se los enjugó con su cabellera, y la casa se llenó con la fragancia del perfume.
Entonces Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que iba a entregar a Jesús, exclamó:
“¿Por qué no se ha vendido ese perfume en trescientos denarios para dárselos a los pobres?”
Esto lo dijo, no porque le importaran los pobres, sino porque era ladrón, y como tenía a su cargo la bolsa, robaba lo que echaban en ella.
Entonces dijo Jesús: “Déjala.
Esto lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tendrán siempre con ustedes, pero a mí no siempre me tendrán”.
Mientras tanto, la multitud de judíos, que se enteró de que Jesús estaba allí, acudió, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, a quien el Señor había resucitado de entre los muertos. Los sumos sacerdotes deliberaban para matar a Lázaro, porque a causa de él, muchos judíos se separaban y creían en Jesús.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Oración de los Fieles
Celebrante:
A Cristo, que muriendo nos da nueva vida y nos reconcilia con Dios, su Padre, oremos con total confianza, diciendo:
Ten piedad y escúchanos.
Para que en su misericordia, Dios purifique a la Iglesia y le conceda el don de la caridad hasta el extremo de dar su vida por todos los hombres del Tercer Milenio, especialmente por los más pobres y olvidados.
Oremos.
Ten piedad y escúchanos.
Para que la celebración de los misterios de nuestra fe nos ayude a vivir como Cristo y a dar generosamente nuestra vida como Él.
Oremos al Señor.
Ten piedad y escúchanos.
Para que el Espíritu de Jesús impulse la transformación de nuestra sociedad, y la justicia, el derecho y la libertad sean una realidad estable y duradera.
Oremos al Señor.
Ten piedad y escúchanos.
Para que el Señor sea luz y salvación de los enfermos y agonizantes, la vida y la posesión plena de los que han muerto.
Oremos al Señor.
Ten piedad y escúchanos.
Para que Jesús, que fue ultrajado y maltratado, ayude a los que hoy cargan con la cruz de la marginación, la desesperanza y la propia debilidad, les dé valor y los haga discípulos de su Reino.
Oremos al Señor.
Ten piedad y escúchanos.
Para que los que estamos celebrando esta Eucaristía, unidos a Jesús, que va a Jerusalén a dar su vida por nosotros, nos lancemos a vivir con fidelidad el Evangelio y a dar nuestra vida por los hermanos.
Oremos al Señor.
Ten piedad y escúchanos.
Celebrante:
Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas; bendícenos con tu mano poderosa y haz que, purificados en este tiempo cuaresmal, vivamos tu Pascua con pureza de corazón. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
Oración sobre las Ofrendas
Mira, Señor, con bondad, este sacrificio que tú instituiste misericordiosamente para reparar el daño de nuestros pecados, y hazlo producir en nosotros abundantes frutos de vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Prefacio de la Pasión
del Señor II
La victoria de la pasión
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón.
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios.
Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo nuestro Señor.
Porque se acercan ya los días santos de la pasión salvadora y la gloriosa resurrección de Jesucristo nuestro Señor, en los que celebramos su triunfo sobre la soberbia del demonio y recordamos el misterio de nuestra redención.
Por eso, los ángeles te cantan con júbilo eterno y nosotros nos unimos a sus voces, cantando humildemente tu alabanza:
Santo, Santo, Santo…
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