Desde siempre todo los creyentes en el poder divino de Dios y sus santos acuden a su poderosa intercesión, celestial protección o divina bendición en medio de todo lo que pudiera ser considerado peligro para el ser humano. Dentro de estos peligros se encuentran las tormentas, los terremotos, los truenos, relámpagos y los huracanes entre otros. Estos peligros obviamente están fuera de nuestro control porque son producto de la fuerza sobrehumana de la madre naturaleza y para protegernos de ella solo podemos acudir a la misericordia de Dios y la intercesión celestial de sus santos y ángeles.