A medida que pasa el tiempo, los mandalas cobran mayor popularidad debido al atractivo que ejercen en personas de distintas edades. No obstante, estos poderosos centros, dependiendo de su color y su forma, tienen diferentes significados.
Su practicidad es solicitada tanto por quienes buscan una sanación como por quienes meditan. Pues, tal como afirma Gananci, existen ciertas actividades tan poderosas que son capaces de transformar nuestras vidas.
Su origen es posible encontrarlo en la India, al igual que el significado sanscrito de su nombre, el cual hace referencia a una “rueda o círculo”, aún cuando su forma puede variar, lo cual incluye múltiples figuras de la geometría.
Su diseño entraña un recorrido mágico que buscan dar cuenta del momento que está viviendo quien se avoca a su proceso de creación, y que a su vez logra entablar una conexión de la divinidad con el hombre, bien sea que decida usar el mandala como elemento decorativo o para observarlo. Ello tiene sentido por el hecho de que para los budistas, el mandala en un instrumento para meditar.
Actualmente el proceso de creación de mandalas se está popularizando por ser empleados como un método terapéutico. El diseño de un mandala no es en absoluto rígido. Al contrario, es espontáneo y el significado irá variando de acuerdo a la forma que presente y los colores que se utilicen.
Quien emprende la realización de un mandala puede hacerlo sin necesidad de tener conocimientos previos sobre ninguna materia en específico, sino que simplemente se entrega a ello. De hecho, en el oriente es utilizado como un medio para relajarse.
Dibujar un mandala es poner en evidencia el mundo de nuestra interioridad y exterioridad, en el cual la creatividad llega a su máximo límite. Los mandalas también son considerados como focos energéticos que logran establecer un equilibrio en nosotros.
De igual forma, dibujar un mandala es darnos una oportunidad para conocernos a nosotros mismos, pues, nos permite conectarnos con nuestro Yo. Para empezar a trabajar en ello, es posible crearlo a partir de cero, o empezar a llenar de color uno que ya esté listo.
Empezar a llenar un mandala de colores implica un proceso mágico en el cual cada color tiene una connotación distinta. Por ejemplo, el negro se asocia a la muerte, lo misterioso, la profundidad. En cambio, usar el color blanco se relaciona con la iluminación y lo perfecto.
El azul transmite tranquilidad y complacencia ante la vida. El verde nos conecta con la esperanza, la felicidad, el crecer, así como con elementos de la naturaleza.
La tonalidad grisácea nos sitúa ante la espera, la sabiduría, así como con la quietud. Por el contrario, el color rojo transmite lo sensual y pasional, la energía vital en su más pura expresión.
El color naranja también está asociado con lo energético, la ambición, el movimiento y lo dinámico. El color amarillo también es vivo y nos conecta con los rayos y lo cálido del sol.
El tono rosado emite un sentimiento dulce y altruista; el violeta se relaciona con la magia y la transformación, mientras que el morado transmite el dominio de contemplar y el amor por los demás.
En el caso del dorado y el plateado, en el caso del primero este se relaciona con lo lucido y lo sabio, y el segundo con las emociones que cambian, o las destrezas que una persona posee a nivel psíquico.
De acuerdo a su forma, el significado también puede variar. En el caso del círculo este se relaciona con el yo real. El triángulo está asociado con el liquido vital, el agua, por ello transmite vitalidad, mientras que el cuadrado muestra estabilidad.
La cruz, por sus puntos cardinales nos sitúa ante las decisiones en la vida; la espiral está relacionada con la curación.
Así, las distintas formas van emitiendo un significado diferente, como el caso del laberinto, cuyo diseño intenta conectar con el centro de cada quien. Por ello, el proceso de creación de un mandala es muy íntimo y personal.
Beneficios de dibujar mandalas
El ejercicio de pintar mandalas puede ser tomado como un proceso terapéutico en el cual la persona es capaz de encontrar quietud en su interioridad, y posee además otros beneficios, tales como:
- Contribuyen a la meditación.
- Ayudan a que la persona se relaje.
- Permiten desarrollar la virtud de la paciencia.
- Son útiles para poner en funcionamiento la intuición y agudizar nuestros sentidos.
- Nos ayudan a concentrarnos y tener autodominio.
- Es entretenido.
- Los niños también pueden pintarlos y disfrutar los beneficios de coordinación de la vista y los trazos.
- Es recomendado para las personas mayores, especialmente para la concentración, entre otros.
Aprendiendo a pintarlos
Lo primero que debe hacer quien desee pintar un mandala es ubicarse en un espacio en el cual haya tranquilidad. De hecho, puede colocar música relajante durante el proceso, o permanecer en silencio si así lo desea.
Se debe adoptar una posición que no sea incomoda, y contar con todos los instrumentos cerca, esto último es para evitar desconcentraciones una vez que se ha iniciado el proceso.
Lo mejor para seleccionar la imagen es optar por una que refleje un sentir del momento en el cual se va a pintar. De acuerdo a la manera en la cual se sienta una persona, escogerá la acuarela, el lápiz, o rotulador. Todo se debe hacer en base a lo que se desee en ese momento.
Antes de iniciar, se sugiere realizar un par de respiraciones de manera calmada para estar disminuir las tensiones al momento de poner manos a la obra.
Una vez que se han realizado estos pasos conviene preguntarse la técnica a emplear para comenzar a pintar. Una de ellas consiste en dibujar desde afuera hacia adentro, con el propósito de navegar hacia el centro de quien está pintando y conectarse con lo más profundo de su ser.
Otra técnica se lleva a cabo de forma inversa, es decir, desde adentro hacia afuera con el propósito de revelar nuestra emocionalidad, de llevar hasta afuera todo lo que permanece encerrado.
Cuando se ha seleccionado el método debe permitirse que la intuición sea quien dirija el trabajo. No hay que preocuparse por los colores a utilizar ya que el mismo estado anímico que tenga la persona será quien decida los colores que deban utilizarse.
Los mandalas son hermosas herramientas para que la mente se despeje. A medida que se va pintando, la mente va alcanzando la calma que anhela. No hay que concentrarse en que quede perfecto, sino permitir que todo fluya, de acuerdo al ánimo.
Durante su realización se debe tener presente que la idea es disfrutar y cumplir un propósito, de acuerdo a la técnica empleada –de adentro hacia afuera o afuera hacia adentro-.
El mandala por sí mismo emitirá un mensaje que debemos estar dispuestos a recibir, al mismo tiempo que la persona se conecta consigo misma.
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