En la 21 División honramos, agradecemos y realizamos rituales como baños de fin de año y ofrendas en los altares para dar gracias por la vida, la salud y las bendiciones, incluso las más sencillas, como la respiración.
Cuando presentamos en nuestros altares, es importante hacerlo desde un espacio purificado, con intención y claridad.
Antes de comenzar la purificación del altar, siéntate frente a ese espacio y declara tu intención: “Purifico este espacio para recibir luz. Purifico este espacio para que la guía de los misterios esté conmigo durante el próximo año.”
Este acto no solo limpia tu mente, emociones y espíritu, sino que también crea un canal energético alineado con el propósito de los misterios. Los misterios no son genios de botella ni entidades a las que se les exigen cosas materiales. El altar es un espacio para encontrarte con lo divino, para volver a casa, y debe estar libre de todo estorbo.
Antes de tocar el altar, purifica tu cuerpo con un baño espiritual de hierbas como albahaca, romero y hierbabuena. Visualiza cómo el agua limpia tu campo energético. Muchas personas hacen horas santas, limpian cada rincón o desmontan el altar, según lo indique el misterio. Es importante también liberar preocupaciones, resentimientos, corajes y ansiedades, practicando el perdón.
El perdón no borra los hechos ni niega el dolor. El perdón libera: libera del peso emocional y permite avanzar sin cargar el pasado al nuevo año. El altar refleja quién tú eres. No debe cargar rencor ni odio.
Escoge un momento adecuado para la purificación, sin distracciones. Este acto requiere enfoque total. Los momentos como el amanecer, el atardecer o el mediodía son especialmente favorables, pero lo más importante es la intención y la atención plena.
Retira todo lo viejo, roto o sin función. Limpia la base del altar con un pañito blanco y agua bendita, agua florida o infusión de hierbas. Imagina una luz brillante limpiando cada rincón. Limpia imágenes, estatuas y copas; retira flores marchitas, cenizas y velas usadas.